Llegamos al momento en el que esos temas más volátiles se presentan ante el público pensante, y discutimos por qué hemos atribuido algunas de las obras de Sha'ul (Pablo) al propio Sha'ul, y hemos señalado otras como obras pseudoepigráficas. Consideremos este tema en orden.
Primero, comenzamos con una petición en oración para que el Ruaj HaKodesh revele toda la verdad en este asunto mientras lo discutimos. Hoy muchos adoran la enseñanza de "Pablo" a expensas del resto de las Escrituras, incluso sometiendo los evangelios a la revisión de Pablo, filtrando las palabras de HaMashiaj a través de Pablo, las palabras de Moshé a través de Pablo, las palabras de David, Salomón, Zacarías, Joel, Isaías, etc. a través de Pablo, y si por acaso surge un conflicto entre estos autores, por supuesto los escritos de Pablo prevalecen.
Para aquellos de ustedes cuya teología está más sustancialmente arraigada a las enseñanzas de Pablo que a las propias enseñanzas del Mashiaj, es muy probable que esta discusión no les sea útil, ya que su conclusión ya ha sido tomada a pesar de la contundente evidencia contraria que se les pueda mostrar. Para aquellos capaces de considerar este tema con una mente abierta, procederé con cautela, a fin de plantear algunas cuestiones que les ayuden en el camino sobre por qué llegamos a las tales conclusiones.
Este término -pseudoepígrafo- es la combinación de dos palabras: pseudo y epígrafe. Pseudo no significa necesariamente que sea falso, sino intencionadamente ilusorio. Por ejemplo, un seudónimo o sobrenombre se ha utilizado a lo largo de la modernidad sin intención de engañar, cuando se habla de George Sand o de Mark Twain. Epígrafe es una palabra que significa firma. Una obra pseudoepígrafa es aquella que ha sido colocada bajo la firma de alguien que no la ha escrito directamente, sin embargo, ha sido atribuída a ese nombre. Es una obra que se compone como si la hubiera escrito una persona del pasado (el "autor atribuido"), mientras que el autor real fue otra persona (a veces anónima). Por lo general, el autor atribuido es un personaje famoso del pasado remoto o el propio maestro del autor real, pero escrito después de su muerte. No hay que suponer que se trata de escritos falsos, ya que una obra pseudoepigráfica no dice nada sobre el valor del contenido de la obra, sino que denota su autoría atribuida. En nuestro caso sin embargo, existe una cuestión de credibilidad intrínseca que atañe a una obra, sobre todo cuando quienes la propugnan afirman que Pablo fue el receptor directo de la inspiración celestial.
La práctica de escribir un trabajo centrado en las ideas de un maestro en particular bajo el nombre del maestro, aunque el maestro hay estado muy alejado del documento, era común en la antigüedad. Por ejemplo, muchas de las "Cartas de Sócrates" fueron compuestas como si las hubiera escrito el mismo Sócrates en el siglo V a.C. Sin embargo, fueron escritas mucho después de su muerte en el siglo I d.C. Es importante tener en cuenta el momento de esta escritura y esta práctica, ya que es consistente con los primeros textos griegos del Nuevo Testamento. Tal práctica permitió a los maestros, durante la Pax Romana señalar textos autorizados en apoyo de las ideas y enseñanzas de los maestros cuyos puntos de vista defendían.
Las trece cartas atribuidas a Pablo son, sin lugar a dudas, los documentos menos creíbles de todas las Escrituras. Prácticamente todo el Antiguo Testamento, incluidos Eclesiástico, Esdras, Judith, Yovheliym (Jubileos) y Enoc, fueron hallados entre los Rollos del Mar Muerto. Los textos de Yejezk'el (Ezequiel), Yeshayahu (Isaías) y el Salmo 119 estaban palabra por palabra y letra por letra como en el Tanaj moderno. Sin lugar a dudas, la Toráh es el texto más perfeccionado del mundo, y las garantías de credibilidad no tienen parangón con respecto a ninguna obra solemne de cualquier otra civilización.
Analicemos entonces aquello llamado en la lengua vernácula común: Nuevo Testamento. Aquí, la lista aceptada (y es la misma lista que hemos definido para el Cefer) es una compilación de 27 escritos separados. Todos los teólogos con sede en Roma afirman que los originales (ninguno de los cuales existe) fueron escritos en griego. Sin embargo, el primer evangelio escrito de la era moderna fue un escrito en hebreo que se le dio a Eusebio Sofronius Hieronymus, también conocido como San Jerónimo, cuando visitó la iglesia en Antioquía. Eusebio hizo su primer intento por aprender hebreo, después de HaMashiaj, en Antioquía con uno de los yahudiym (judíos), y fue guiado por un grupo de Netzeriym (creyentes judíos en Yahusha) en Antioquía. Fue aquí donde el evangelio por primera vez se registró por escrito, lo cual se hizo en hebreo. Los fragmentos de este evangelio se conocen hoy como el Evangelio Según los Hebreos, que los Netzeriym consideraban el verdadero evangelio de Mateo. [1] Fue Eusebio/Jerónimo quien tradujo este evangelio al griego. [2]
Considere ahora que la persona con la cual trabajó Eusebio/Jerónimo era un tal Paulinus, recién ordenado obispo de Antioquía. Paulinus era aspirante a tomar el timón de la Comunidad Escogida (iglesia) en Antioquía. Su competidor era un tal Meletius, quien había sido consagrado y reclamaba la teología de Arriano (similar en teología a los Testigos de Jehová de hoy). Paulinus ocupó el cargo de obispo del año 362 al 388, y fue él quien ordenó como sacerdote a Eusebio/Jerónimo. Curiosamente, Paulinus había sido ordenado obispo por un tal Lucifer de Calaris. Id.
Los cuatro manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento están en orden, el Codex Alexandrius, escrito en el siglo V; el Codex Efraemi Rescriptus, también escrito en el siglo V (casi ilegible), el Codex Sinaíticus, que se cree fue escrito en el siglo IV y es el único de los cuatro que contiene los 27 libros, y finalmente, el Codex Vaticanus escrito en el siglo IV, que carece de 1Timoteo, 2Timoteo, Tito y Filemón.
Ahora hemos llegado a varias dificultades. En primer lugar, descubrimos que no existe ningún texto de Pablo anterior a la tarea de Eusibio/Jerónimo de transcribir la primera biblia. Este fue ordenado por un sujeto llamado Paulinus; y el rabino judío de nombre Sha'ul, conocido por los Netzeriym en Antioquía, surge como Pablo. El ángel caído identificado como Heylel, hijo de la mañana estruendosa en Yeshayahu 14, es de repente objeto de una sustitución de nombre (no una traducción o transliteración) a manos de Eusebio/Jerónimo, y el hebreo הֵילֵל heylel se convierte en Lucifer. Uno se pregunta cómo llegó a esa conclusión. Recordarás que fue Eusibio/Jerónimo quien colocó los dos cuernos en la cabeza de Moshé.
Además, otro testigo temprano de los escritos de Pablo, Clemente de Roma, escribe en su propia carta a los Corintios una mención de una sola epístola de Pablo (1Clemente 47:1). 1Clemente también nos dice que Pablo había sido "llevado al exilio... (y) alcanzó los límites más lejanos de Occidente" (5.5,6). Este testimonio es consistente con el capítulo 29 del libro de los Hechos (incluido en el Cefer), y consistente con el testimonio del fragmento Muratoriano. Una vez más, la copia más antigua existente de 1Clemente (en el Codex Alejandrius) data del Siglo V y la primera referencia a 1Clemente se hace en la historia del siglo IV de Eusebio/Jerónimo. (Historia Eclesiástica 3,16,38; 4,22).
El testimonio de Justino Mártir, quien a mediados del siglo II discutió extensamente La Misión Apostólica a los Gentiles, no menciona a Pablo ni sus epístolas, ni siquiera cuando argumenta que "la circuncisión era innecesaria". No hay ninguna referencia a Pablo en los fragmentos que están disponibles en la obra de Hegesippus (110-180), quien fue un yahudiym (judío) contemporáneo de Justino.
Entonces, quedamos con la lista más antigua que contiene todas las cartas de Pablo en el fragmento Muratoriano. Este fragmento data de finales del siglo II, aunque el fragmento en sí, es una copia del Siglo V. Se desconoce su autor y la lista toma su nombre del italiano que la descubrió en el Siglo XVIII, Muratori. El fragmento Muratoriano indica la dificultad de determinar la validez de la autoría de las epístolas paulinas, afirmando en un punto lo siguiente:
“Además, hay en circulación una epístola a los laodicenos y otra a los alejandrinos, falsificada con el nombre de Pablo.”
Si bien consideramos estas dificultades, no podemos evitar una discusión sobre Marción de Sinope (85 - 160 dC). Marción fue un obispo autoproclamado de la iglesia primitiva en Sinope que rechazó completamente la existencia de la deidad descrita en las Escrituras hebreas y, a diferencia, afirmó que el Padre de Cristo es el Dios verdadero como separado de Yahuah, Elohay de Avraham, Yitzak, y Ya'akov. Fue denunciado por los padres de la iglesia y decidió separarse del liderazgo de la iglesia a partir de entonces. Sin embargo, a menudo se considera que tuvo un papel fundamental en el desarrollo del canon del Nuevo Testamento.
Marción llegó a la conclusión de que muchas de las enseñanzas de Yahusha (Jesús) interpretadas por Pablo eran inconsistentes con las acciones de Yahuah. Marción respondió desarrollando un sistema dualista de creencias alrededor del año 144 d.C. Esta noción de dios-dual le permitió reconciliar las contradicciones entre el Pacto/Toráh/Evangelio del Antiguo Testamento y el mensaje del Evangelio proclamado por Yahusha, en la interpretación de Pablo.
Marción afirmó que Yahusha era el Salvador enviado por el Padre Celestial y que Pablo era su apóstol principal. En contraste con la práctica de los Netzeriym, Marción declaró que el cristianismo estaba en completa discontinuidad con el judaísmo y totalmente opuesto al mensaje del Antiguo Testamento. Marción no afirmó que las Escrituras hebreas fueran falsas. En cambio, Marción afirmó que debían leerse de una manera absolutamente literal, desarrollando así un entendimiento de que Yahuah no era el mismo Dios al que hacía referencia Yahusha.
Marción llamó al Elohiym del Antiguo Testamento: El Demiurgo, o Creador del Universo material, y etiquetó a Yahuah como una deidad tribal celosa de los judíos, cuya Toráh era legalista (¿dónde hemos escuchado eso antes?) de Justicia recíproca, el cual castigó a la humanidad por sus pecados a través del sufrimiento y la muerte. Marción afirmó que el Dios profesado en el evangelio era un ser completamente diferente; un Dios universal de compasión y amor (¿cuya misericordia perdura para siempre?), que mira a la humanidad con benevolencia y misericordia. Marción también produjo sus Antítesis contrastando al Demiurgo del Antiguo Testamento con el Padre Celestial del Nuevo Testamento.
Finalmente, Marción negó que Yahusha hubiera venido en persona, ya que afirmó que el cuerpo de HaMashiaj era solo una imitación de un cuerpo material. Por tanto, negó su nacimiento, muerte y resurrección corporal, negando así el evangelio cristiano histórico.
Marción propuso su único Canon del Nuevo Testamento. Este consistía solo de once libros agrupados en dos secciones: el Evangelikon, una versión editada del Evangelio de Lucas, y el Apostolikon, una selección de diez epístolas del Apóstol Pablo, a quien Marción consideraba el intérprete y transmisor correcto de las enseñanzas de Yahusha. Notará nuevamente que Marción hace referencia a solo diez cartas, no catorce.
Entonces, tenemos aquí un problema serio con respecto a la validez de los Ceferiym de Sha'ul (Pablo). En nuestra comprensión e interpretación de los libros que tradicionalmente se encuentran en el Nuevo Testamento, hemos establecido una colección de 27. Específicamente no incluimos la Carta a los Laodicenos (determinada como una falsificación de Marción), la Epístola de Bernabé y el Apocalipsis de Pedro, aunque este último había sido reconocido en la iglesia primitiva.
Como se indica en el Prefacio del Cefer, decidimos incluir el capítulo 29 del libro de los Hechos del manuscrito Sunini, pues creemos que está suficientemente atestiguado para justificar su inclusión. Nuestra delineación en cuanto a la autoría de las cartas de Sha'ul se toma directamente de la traducción original de la Biblia King James, donde la autoría está específicamente indicada. El orden de los manuscritos paulinos concuerda con los viajes de Sha'ul como se describen en el libro de los Hechos; y hemos seleccionado los libros, de entre aquellos que no fueron designados como pseudoepígrafos por los intérpretes de la KJV.
Cualquier estudiante de las Escrituras debe realizar una revisión en profundidad de este tema, ya que hay muchos comentaristas que no están de acuerdo en que nuestra inclusión de 1Timoteo, 2Timoteo y Tito como obras no pseudoepígrafas es precisa, dado que (las cartas pastorales ) fueron omitidas por Marción (junto con el libro de Hebreos), y no fueron mencionadas en la iglesia primitiva, siendo omitidos en el Codex Vaticanus del Siglo IV. Otros comentaristas también creen que 2Tesalonicenses puede ser un pseudoepígrafo posterior atribuido a Sha'ul, lo que dejaría a Sha'ul como el autor de Romanos, Gálatas y 1 Tesalonicenses.
Concluiré esta discusión con la siguiente advertencia. La búsqueda de la verdad requiere madurez espiritual y discernimiento intelectual. Si eres injertado en la raíz (ver la discusión de Sha'ul en Romanos 11) entonces eres injertado en una raíz hebrea - una raíz basada en el pacto entre Yahuah y Avraham, Yitzakh y Ya'akov, quien dividió la primogenitura, otorgándole a Efraín (una gran compañía de naciones), a Menasseh (una gran nación) y a Yahudáh (Judá) (el cetro en su mano y el legislador entre sus pies). O de lo contrario, “Vosotros adoráis lo que no sabéis: nosotros sabemos lo que adoramos: porque la salvación es de los Yahudiym. Yahujanon (Juan) 4:22
[1] Rebenich, Stefan (2002), Jerome, pág. 211.
[2] Pritz, Ray (1988), Cristianismo judío nazareno: desde el final del Nuevo Testamento, p. 50.