En el Cefer hemos asumido que toda la Escritura fue concebida en ivriyt (hebreo), lo que en términos modernos entendemos como hebreo. Hay quienes no están de acuerdo, alegando que el Brit Jadasha (Nuevo Testamento) fue inspirado en arameo, griego o incluso en latin.
Las tempranas versiones existentes del Nuevo Testamento Peshita en Arameo, datan del siglo V d.C. y excluyen la segunda carta de Pedro, la segunda y tercera cartas de Juan, la carta de Judas y la Revelación a Juan (Apocalipsis). Ninguno de estos textos fue considerado canónico en la Iglesia Siria.
Sin embargo, la Iglesia Asiria argumenta que su texto existía tan temprano como en el Segundo Siglo. Hay razones de traducción que pueden indicar que la escritura de ciertas cartas de Sha’ul se realizó originalmente en arameo, y que hubo dificultades en la traducción del texto arameo al griego, y no lo opuesto.
Los cinco libros excluidos fueron añadidos en la Versión Harklean (616 D.C) de Thomas of Harqel.[1] Sin embargo, la Sociedad Bíblica Unida Peshita de 1905, utilizó nuevas ediciones preparadas por el siríaco irlandés John Gwynn para los libros que faltaban.
El Nuevo Testamento griego no aparece en forma completa hasta principios del siglo IV. Supuestamente, esta forma completa es el Códice Sinaitico. El Códice Sinaitico es una copia manuscrita de la Biblia griega y este no fue descubierto hasta el siglo XIX por Constantin von Tischendorf. Aunque falta gran parte del Tanaj, todo el Nuevo Testamento fue incluído, junto con todos los libros deuterocanónicos; la Epístola de Bernabé y partes del Pastor de Hermas.[2]
El Códice Sinaitico incluía los libros: Tobías, Judith, 1 Macabeos, 2 Macabeos, Sabiduría de Salomón, Sabiduría de Siraj (también llamado Eclesiástico), Baruj incluyendo la Carta de Yirmeyahu, Adiciones a Esther, Adiciones a Daniel: [Oración de Azarias y Canción de los Tres Niños Santos (Septuaginta Daniel 3:24–90), Susana (prólogo de la Septuaginta; en la Vulgata Daniel 13), Bel y el Dragón (epílogo de la Septuaginta; en la Vulgata Daniel 14)]; La oración de Manasés; 1 Esdras; 3 Macabeos y el Salmo 151.
Sin embargo, el "descubrimiento" de Tischendorf fue desafiado directamente en ese momento por un griego de nacimiento, versado y experto en idiomas y manuscritos: el Dr. Constantine Simonides, quien afirmó haber escrito este Códice para el zar de Rusia. Él abiertamente desafió a Tischendorf sobre la autenticidad del Códice Sinaítico durante cuatro años, en Inglaterra.
El 13 de septiembre de 1862, en un artículo en The Guardian, Simonides afirmó ser el verdadero autor del Códice Sinaítico y que lo había escrito en 1839. Según él, era "un pobre trabajo de su juventud". Según Simonides, él visitó el Sinaí en 1852 y vio el códice.
Simonides había escrito en The Guardian para evidenciar que él era el verdadero autor del Códice Sinaítico y que había hecho la obra durante un año en el monte del monasterio Athos habiéndolo comenzado en 1839, y que uno o dos años después le había entregado el códice al monasterio del Sinaí, y que luego de ser publicado Tischendorf, vio el Códice en Liverpool en 1860 y lo reconoció como su propio trabajo.[3]
El Códice Vaticano también es sospechoso. El Códice Vaticano también fue un descubrimiento muy tardío, encontrado por primera vez en 1481, convenientemente ubicado en la biblioteca del Vaticano en Roma, razón por la cual es llamado Códice Vaticano. Este manuscrito, sin embargo, es como su compañero corrupto el Códice Sinaítico y también está plagado de omisiones, inserciones y enmiendas.
John W Burgon dice esto con respecto a este códice:
"La impureza del texto exhibido por estos códices, no es una cuestión de opinión sino de hecho ... Solo en los Evangelios, el Codex B (Vaticano) omite palabras o cláusulas completas no menos de 1,491 veces. Lleva rastros de transcripciones descuidadas en cada página ... "
Según el Diccionario Westminster de la Biblia: "Debe tenerse en cuenta... que no hay manuscritos bíblicos destacados, en los que aparezcan tales graves casos de ortografía, gramática defectuosa y omisión, como en el (Códice) B".
Sin embargo, tratar de encontrar un texto existente en latín es un completo fracaso. Gran parte de la afirmación latina de credulidad radica en las afirmaciones hagiográficas sobre la Epístola de Eusebio de Cremona (Epistola de morte Hieronymi) y la Epístola de Cirilo de Jerusalén (Epistola ad Cyrillum de Magnífico Hieronymi); pero todas estas son falsificaciones que fueron hechas en los siglos XIV y XV.
Por ejemplo, las tres cartas que constituyen la Epístola de Eusebio de Cremona fueron originalmente compuestas en latín, probablemente a finales del siglo XIII por un dominico en Roma. Finas iniciales caligráficas, una escritura menuda y muy regular y una encuadernación contemporánea también adornan esta epístola. El manuscrito se copió necesariamente después de 1450, fecha de la canonización de San Bernardino de Siena, porque es mencionado en la rúbrica que precede a su "Divota Confessione" (confesión devota).
Entonces, ¿qué tenemos realmente en el griego para demostrar que el Nuevo Testamento fue originalmente compuesto y concebido en esa lengua? No encontramos ningún texto existente de nada que date del primer siglo. Luego, los fragmentos del siglo II son pocos y distantes entre sí, e incluyen solo Mateo 23:30-39; Juan 18:31-33, 18:37-38, 18:36-19:1, 19:1-7, Apocalipsis 1:13-20.
Ahora, entra Marcion en el 144 d.C. Marción aceptó (y editó) los siguientes escritos en este orden:
Evangelio según san Lucas; Gálatas; I Corintios; II Corintios; Romanos; I Tesalonicenses; II Tesalonicenses; Efesios (a la que Marción llamó Laodiceanos); Colosenses; Filemón y Filipenses.
El Evangelio según Lucas se convirtió en el Evangelicon, y llamó a las 10 cartas paulinas, el Apostolikon. Marción rechazó específicamente los evangelios de Mateo y Juan y no reconoció el Apocalipsis en ningún aspecto.
Es probable entonces, que nuestro primer traductor griego fuera Marción. El admitió haber cambiado y editado el texto para acomodar su teología, basándose en la premisa de que los escritos del Nuevo Testamento contradecían abiertamente al Antiguo Testamento y, por tanto eran inconsistentes y mutuamente excluyentes.
Sin embargo, en los fragmentos conocidos del griego hay algunas preguntas. Solo existe un fragmento para la primera carta a Timoteo (1 Timoteo 3:13-4:8); no existe ningún fragmento de 2 Timoteo, y los fragmentos de 2 Juan y 3 Juan no aparecen en el registro antes del 600 d.C.
La Peshita excluyó: 2 Pedro, 2 Juan, 3 Juan, Judas y Apocalipsis.
Marción también excluyó 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan, Santiago, Judas, Apocalipsis, Mateo, Marcos, Juan, Hechos, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito y Hebreos.
Solo por un momento, echemos un vistazo más de cerca al libro de los Gálatas: 200-225: Gálatas 1:1–6:10 (Universidad de Michigan). Todos los demás fragmentos son de los siglos IV y V, y posteriores.
Marción colocó a Gálatas primero en su canon de epístolas que llamó el Apostolikon, y decidió que Gálatas era la más importante de las epístolas de Sha’ul. Pero Marción editó y modificó el texto de Gálatas, eliminando lo que no estaba de acuerdo a su comprensión de lo que Sha’ul debería haber escrito. Por ejemplo, Gálatas 3:16 - 4:6 fue eliminado debido a su referencia a Abraham y sus descendientes.[4]
Resumamos y concluyamos: Marción parece haber sido el primero en compilar un "Nuevo Testamento" habiendo completado dicha tarea en el 145 d.C. Abiertamente, editó, redactó y modificó lo que hubiera recibido del texto de Gálatas, para acomodarlo con su preferencia y teología. Los únicos fragmentos griegos que tenemos hoy de la Epístola de Gálatas, son todos posteriores a Marción.
Agreguemos a esta ecuación el modus operandi de Marción para hacer de Gálatas el centro de su ideología, es decir, la premisa central de su teología. De todas las cartas conservadas del Brit Hadashá (Nuevo Testamento), la exactitud del texto de Gálatas es la más sospechosa.
Sin embargo, considerando que no hay al alcance un texto de la carta 2 Timoteo, que solo hay un fragmento de 1 Timoteo y la tardía aparición de 2 y 3 de Juan, uno se pregunta cómo debiéramos considerar estas cartas.
Pero respondamos esa pregunta, ¿de acuerdo? Toda la Escritura, -ya sea bien o mal traducida- está concebida por Yahuah para un tiempo como este. Si tal escritura no hubiera sido contemplada por Él, no existiría.
Sin embargo, el testimonio inicial de los dos testigos oculares de la muerte y la resurrección de Mashiaj, Mattithyahu y Yojanon (Mateo y Juan), muy seguramente dieron su testimonio en ivriyt (hebreo), el idioma de Yahusha. Sin embargo, el ivriyt no parece haber sido conservado (aunque nuevos descubrimientos pudieran ser hallados). Hay múltiples razones por las cuales esto pudo haber sido:
- El registro ivriyt (hebreo) nunca fue escrito. Esto es posible; si el Besorah fue conservado por tradición oral solo para las generaciones del liderazgo yahudiy (judío) de la kehilah (comunidad escogida) en Yerushalayim, comenzando con Ya`aqov (Santiago) el Justo.
OBISPOS DE JERUSALÉN
1. Yaaqov (Santiago) (yahudiy)
2. Simeón (yahudiy)
3. Justo (yahudiy
4. Zaqueo (yahudiy)
5. Tobias (yahudiy)
6. Benjamin (yahudiy)
7. Juan (yahudiy)
8. Matias (yahudiy)
9. Felipe (yahudiy)
10. Séneca (yahudiy)
11. Justo (yahudiy)
12. Levi (yahudiy)
13. Efres (yahudiy)
14. Josef (yahudiy)
15. Judas (yahudiy)
16. Marcos (romano)
A partir de allí, todos fueron romanos.
- Hubo un registro en ivriyt (hebreo) de los evangelios de Mattithyahu (Mateo) y Yojanon (Juan), pero tales registros fueron, ya destruidos por los romanos con el surgimiento de Marcos, o escondidos por los romanos en Roma. Hay razones para creer que el registro pudo haber sido destruido por los judíos con el asedio contra la comunidad en el 135 d.C. Hasta el asedio de los judíos, el cual tuvo lugar bajo Adriano hubo allí una sucesión de quince obispos, de quienes se afirma que tenían ascendencia ivriy (hebrea) y que habían recibido el conocimiento de Mashíaj con pureza, de modo que fueron aprobados por aquellos que eran capaces de juzgar tales asuntos, por lo cual fueron considerados dignos del episcopado, porque toda comunidad escogida estaba formada por creyentes ivriym (hebreos), quienes continuaron desde los días de los apóstoles hasta el asedio que tuvo lugar en ese tiempo con motivo de la rebelión de Bar Kojba, durante la cual los judíos, habiéndose rebelado nuevamente contra los romanos, fueron conquistados tras severas batallas.
- También puede haber otra razón por la que el registro en ivriyt (hebreo) pudo haber desaparecido para luego aparecer en arameo: Para preservar los manuscritos de las estratagemas destructoras de los judíos, quienes podrían haber buscado apasionadamente destruir cualquier documento referente al Mashiaj. Si tal hubiera sido el caso, la investigación acerca del arameo sería indispensable para comprender el texto del Brit Jadasha.
No obstante, para nuestros propósitos todavía mantenemos el concepto que los Besor'oth (evangelios) de Mattithyahu (Mateo) y Yojanon (Juan) fueron concebidos en ivriyt (hebreo), la lengua de la creación.
1. Geoffrey W. Bromiley, The International Standard Bible Encyclopedia: QZ (1995), op. cit, pág. 976.
2. Aland, Kurt; Barbara Aland (1995). El texto del Nuevo Testamento: una introducción a las ediciones críticas y a la teoría y práctica de la crítica textual moderna, trans. Erroll F. Rhodes. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company. pag. 107. ISBN 978-0-8028-4098-1.
3. Ver: El gran engaño bíblico de 1881, https://greatbiblehoax.blogspot.com/2012/11/the-truth-about-constantine-simonides.html
4. Ver Evans, Ernest, Tertullian Adversus Marcionem, ii. Oxford 1972.