Hoy quiero hablarles sobre un tema que ha capturado la atención de muchos: el apocalipsis zombi. Ahora sé que puede sonar un poco loco, pero déjenme explicarles por qué esto es algo que debemos considerar.
Imaginen un mundo en el que las maldiciones caen sobre la tierra y la gente se ve obligada a hacer cosas impensables, como comerse a sus propios hijos. ¿Les suena familiar? Si vuelven atrás y leen Deuteronomio 28, verán que estas maldiciones están descritas en detalle. Ahora, no quiero decir que estemos viviendo un apocalipsis zombi literalmente, pero hay muchas similitudes entre lo que se describe en ese texto y nuestra realidad actual.
En la historia bíblica, vemos cómo la maldición de Deuteronomio 28 cayó sobre Jerusalén y su pueblo. Una mujer desesperada llega a Sedequías pidiendo ayuda, contándole la historia de cómo ella y otra mujer acordaron comerse a sus propios hijos, pero la segunda mujer se fue después de que la primera cumpliera su parte del acuerdo. Sedequías se da cuenta de que la maldición se ha cumplido y de la terrible situación en la que se encuentran.
Ahora, ¿qué tiene esto que ver con nosotros? Bueno, vivimos en una nación que ha sido bendecida de muchas maneras. Tenemos una tierra hermosa, un clima favorable, suelos fértiles y abundantes recursos naturales. Pero, ¿qué hemos hecho con estas bendiciones? Hemos permitido que nuestros gobernantes nos dirijan hacia la adoración de Lucifer y Satanás, mientras promueven el aborto, los derechos LGBT y la destrucción de la familia.
Además, hemos caído en la trampa de la codicia y la desigualdad. El 1% de la población mundial posee el 95% de la riqueza del planeta, y como país, le debemos al mundo billones de dólares que nunca podremos devolver. Esta disparidad y deuda insostenible nos ha convertido en esclavos sin que muchos de nosotros siquiera lo sepamos.
La mentalidad zombi no es solo una cuestión de comer carne humana, sino de haber perdido completamente la conciencia y el cuidado por nuestras vidas, nuestras familias y nuestro país. La gente ya no se preocupa por lo que realmente importa, y esto es algo que me deja perplejo.
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Debemos despertar y darnos cuenta de la vida que se nos ha dado. Debemos volver a los valores y principios que nos fueron enseñados, y recordar que la carga que llevamos no tiene por qué ser pesada. Nuestro Creador nos ofrece un yugo fácil y una carga ligera, solo debemos confiar en Él.
En resumen, aunque no estamos viviendo en un Apocalipsis Zombi literal, hay muchas señales de que nos estamos dirigiendo en esa dirección. La maldición de Deuteronomio 28 se ha cumplido de diversas maneras en nuestra sociedad, y es hora de despertar y tomar acción. No podemos permitir que la codicia, la desigualdad y la falta de valores sigan destruyendo todo lo que hemos construido. Es momento de hacer una diferencia y luchar por un futuro mejor.