Shemot (Éxodo) 6:2 - 9:35
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¿Cuál fue el propósito de Yahuah al enviar las plagas a Mitsrayim (Egipto)?
La respuesta convencional ha sido: para liberar a Yashar'el de la esclavitud en Mitsrayim. Pero… la Escritura nos muestra otra razón más importante que se revela en el mensaje que Yahuah le envía al Paroh por medio de Moshéh, quien debería madrugar para encontrar al Paroh cuando sale al río:
Shemot (Éxodo) 9:15-16
…Si Yo hubiera lanzado mi mano para azotarte con pestilencia a ti y a tu pueblo, ya habrías sido exterminado de la tierra. Mas para esto te he sostenido, para mostrar en ti mi poder, y para proclamar mi Nombre por toda la tierra.
Notemos entonces el propósito de Yahuah: que SU NOMBRE fuera proclamado por toda la tierra! Recordemos que apenas unos días atrás en el Sinaí, Él había revelado Su Nombre a Moshéh en Exodo 3:15:
Dijo además ’Elohim a Moshéh: Así dirás a los hijos de Yashar'el: Yahuah, el Dios de vuestros padres, Dios de Avraham, Dios de Yitsjak y Dios de Ya`akov, me ha enviado a vosotros. Éste es mi Nombre para siempre jamás, y éste es mi memorial de generación en generación.
En estos versos, Yahuah expresa claramente su voluntad respecto a que Su Nombre debe ser recordado generación tras generación y eso comenzaría a suceder a partir de los hechos espectaculares que tendrían lugar en Mitsrayim. Podríamos decir que los eventos acaecidos con motivo de la salida de Yashar'el de Mitsrayim, fueron el “lanzamiento del Nombre de Yahuah“, si bien es cierto, no se trataba simplemente de la pronunciación de su nombre, sino de la revelación de su carácter como Elohiym que escucha, libera, hace justicia, etc.
Nuestra lectura termina con la plaga de granizo, fuego y truenos ensordecedores. Los dos primeros elementos son imposibles de mezclar, humanamente hablando, pero al estar juntos, son la evidencia de la mano sobrenatural que hay detrás de todo lo que está sucediendo. Paroh confiesa su pecado y suplica porque cesen los truenos (9:28); entonces dejará partir al pueblo.
Moshé sabe que esto no es verdad; que Paroh no cumplirá su promesa; pero a pesar de eso, ora para que se termine la plaga. En medio de este juicio, podemos ver la misericordia de Yahuah, ya que no todos los cultivos fueron destruidos. Sin embargo el Paroh se obstinó e influyó en sus siervos quienes también comenzaron a reaccionar como él.
Y... ¿qué de nosotros?
No deja de sorprender cómo el Faraón en reiteradas ocasiones cambiaba su decisión respecto a la salida de los hebreos. Cuando las plagas afectaban su reino y sufría las consecuencias, entonces bajaba la cabeza, y conforme la situación se agravaba reconocía su error y hasta pidió oración por él! entonces decidía sinceramente dejar ir a los hebreos. Pero cuando todo se calmaba, su orgullo retornaba y de nuevo permitía que su arrogancia tomara el control.
En efecto, era una manera absurda de proceder. Pero… ¿acaso nosotros no hacemos lo mismo? Cometemos errores y cuando nos alcanzan sus consecuencias, nos sentimos atrapados y hasta sentimos remordimiento (no necesariamente arrepentimiento), de haber caído de nuevo y sí: sentimos vergüenza. Pero entonces hacemos promesas, juramentos, alianzas, o lo que sea necesario, con tal de minimizar las consecuencias y procurar evitarlas de nuevo. Y es probable que seamos sinceros en ese momento; lamentamos tal comportamiento, hasta la próxima vez, cuando ya asimilado el dolor u olvidadas las consecuencias, volvemos a cometer la misma falta nuevamente.
Así opera nuestra naturaleza humana. Pero no siempre tiene que ser así. No demos lugar al endurecimiento de corazón, que es el resultado de la postergación de la obediencia. Cuando Yahuah nos muestre algo que debemos corregir, pongamos manos a la obra y actuemos inmediatamente con diligencia. Entonces veremos emerger la libertad y la paz en nuestra vida.
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