Bere'shiyth (Génesis) 37:1 - 40:23
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Seguramente hay muchas personas que consideran a sus familias como insoportables o difíciles de tratar; incluso hay quienes se separan de sus «seres queridos» porque consideran que es mejor evitar los conflictos que se generan en sus relaciones.
Bueno, las familias de los patriarcas no eran diferentes; en este sentido podemos comprobar, no solamente que ellos eran tan humanos y falibles como nosotros, sino que las familias a las que pertenecemos son normales a pesar de los desacuerdos que puedan existir.
Así observamos en la parashá de esta semana, que la familia de Ya`akov tenía todos los elementos necesarios para lo que hoy llamamos una familia disfuncional y lo comprobaremos al ir por estos pasajes.
Demos un a mirada al escenario: Un hombre con cuatro mujeres de las cuales tuvo doce hijos. Sus dos esposas eran hermanas y las dos concubinas, las siervas de éstas; él como padre tenía preferencias muy evidentes; los hermanos eran celosos, vengativos, resentidos, mentirosos, crueles y egoístas; y para completar el cuadro, el hijo preferido era poco prudente. ¿Te imaginas? ¡Los días seguramente no eran para nada monótonos en esa familia!
Mas cuando miramos toda la historia hasta el final, hallamos cómo Yahuah, pacientemente tomó esas “piedras preciosas en bruto” y las transformó en joyas. Unas más apreciadas que otras, pero todas igualmente valiosas.
Yahuah, como Director de la obra, es quien está detrás de todo lo que sucede en el escenario, y puede tornar hasta las situaciones más crueles en experiencias productivas, que traerán resultados favorables aún a aquellos que detonaron la desgracia.
No perdamos de vista esta verdad. Somos creación de Yahuah y el siempre ha tenido cuidado de nosotros aún cuando no le conocíamos; porque Él tiene planes que han de ser cumplidos y en el transcurso de nuestras vidas, Él intervendrá cuantas veces sea necesario para conducirnos conforme Él lo ha determinado. Y luego de haber entrado en el Pacto con él, con mayor razón nos alcanzan sus promesas, si es que hacemos nuestra parte y vivimos alineando permanentemente nuestras vidas con sus Instrucciones, su Toráh.
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