Bemidbar (Números) 25:10 - 30:1
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Piynejac - Fineas
Un hombre como Piynejac es un gran ejemplo para nosotros hoy, debido a su firmeza, imparcialidad y obediencia; pues tal como lo relata este pasaje, no dudó en ejercer su papel de juez, ejecutando lo que Yahuah les había ordenado respecto al incidente con las hijas de Mo'ab, sin acepción de personas. No fue impulso de Piynejac, sino más bien, un acto motivado por su celo por hacer lo correcto según el mandato de Yahuah.
Considerando que hoy somos el pueblo de Yahuah, entonces cabe preguntarnos ¿cómo estamos ejerciendo el papel que nos corresponde en el hogar, el trabajo, o en medio de la sociedad?
Sin duda es un desafío poder ejercer ese rol de manera imparcial y justa tal como lo hizo Piynejac. Estamos inmersos en un mundo “movido” por influencias, posiciones, apariencias, títulos y demás, donde los sentimientos y las pasiones son lo que principalmente gobierna a esta generación, y esto constituye un peligro, porque tales cosas son opuestas a la voluntad de Yahuah expresada en su Torah.
No somos imprescindibles:
Sin duda Moshéh fue y seguirá siendo un gran personaje, un líder importante y muy respetado para nosotros como Pueblo de Yashar’el, aun si lo miráramos bajo la lente de la historia universal.
Pero también sus días en esta tierra llegaron a su fin; su tarea había terminado y era momento de partir. La preocupación de Moshéh no se tradujo en pedirle a Yahuah más años de vida u otro “chance” para seguir adelante, sino en suplicarle por un sucesor que condujera al pueblo a su destino final. ¡Qué corazón, qué claridad y qué libertad poseía Moshéh en su interior!
Al igual que Moshéh, todos tenemos un día decretado para partir de aquí; asegurémonos de completar nuestra misión y de estar corriendo nuestra carrera adecuadamente, cerciorándonos de dejar un legado a la generación siguiente, tal como hizo Moshéh con Yahusha (Josué), quien finalmente completo la tarea.
No somos indispensables en este mundo, pero si necesarios para hacer la obra como instrumentos de Yahuah aquí en la tierra, siendo puentes para que las personas que nos rodean lleguen a conectarse con la luz que iluminó nuestras vidas, es decir, con Yahusha el Mashiaj.
Ideal sería que pudiésemos decir al final de nuestros días lo expresado por el apóstol Pa’al (Pablo):
Timotheus Sheniy (2 Timoteo) 4:7-8
He peleado את la buena batalla, he terminado mi camino, he defendido את la fe; por tanto, está lista para mí una corona de justicia, la cual Yahuah, el Juez recto me dará en ese día, y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
No hay mayor regalo que este de hacer la voluntad de nuestro Padre. Así que, asegurémonos de que nuestro paso por esta tierra no sea en vano, al cumplir el propósito para el cual Yahuah nos creó.
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