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Moshéh reúne (Vayaj'el) a todo el pueblo de Yashar’el, para comunicarles lo que Yahuah ordenó para ellos. Es importante notar que la porción inicia con la instrucción del Shabbath, lo que nos hace pensar que no es algo sin importancia.
Resulta curioso que a los días de la semana no se les da nombre, simplemente se numeran: primer día, segundo día etc, pero para el séptimo día, recibe el nombre de Shabbath.
Tenemos 6 días para dedicarnos a nuestras labores, asuntos y demás, pero el día séptimo es diferente; ha de ser apartado, permitiéndonos entrar en un descanso, en un entorno de tranquilidad y lo más importante, un día para estar con nuestro Creador y meditar en sus caminos (su Torah), pues se nos dice que ese día es un: “Shabbath de reposo para Yahuah”.
Hoy, la vida transcurre a ritmos acelerados, haciéndonos esclavos del tiempo; es decir, con agendas sumamente apretadas, ocupados en mil cosas, dando prioridad a los afanes de esta vida, al punto de no tener tiempo para reposar. No obstante, Yahuah, como nuestro Creador, sabía que necesitábamos de un día a la semana para descansar.
Tal vez te preguntes como yo: ¿Qué hacer hoy cuando la mayoría de las empresas, demandan que sus empleados trabajen en Shabbath?
Como creyentes en el Elohiym de Yashar’el, debemos hacer lo mejor que podamos, procurando obedecerle con todo nuestro corazón.
Notemos que antes de que Yahuah impartiera instrucciones para la edificación del Tabernáculo, hizo énfasis en la importancia del Shabbath, comunicando así, que debían observarlo aunque estuvieran trabajando para Él en la obra de la tienda de reunión.
Un Proyecto de todos
A continuación se impartieron las instrucciones en torno a la ofrenda para la construcción del Tabernáculo. Dicha ofrenda salió del pueblo de Yashar’el; tanto hombres como mujeres dieron voluntaria y generosamente ¡qué gran ejemplo! Si bien Yahuah mismo hubiese podido proveer para la construcción del Mishkán (Tabernáculo), quiso invitar a su pueblo a participar. Al hacerlo, les dio oportunidad para identificarse con el proyecto, porque cada uno se sentiría parte de esta gran obra, no solo al aportar las cosas materiales para su construcción, sino al servir con sus dones y talentos.
¡Que privilegio¡ También hoy, podemos ser parte de su obra e instrumentos de su amor, ya sea con talentos, dones, tiempo, o con nuestros recursos, pues recordemos que todo lo que nos ha sido dado proviene de Él, así que ninguno puede decir: “no tengo nada para dar”.
Animémonos a participar de su plan para esta generación, con un corazón amplio y alegre, aprovechemos las oportunidades para bendecir a tantos necesitados que tenemos alrededor, seamos diligentes para dar, así como nuestro Elohiym es bueno y generoso con nosotros.
Recuerda:
Mishlei (Proverbios) 11:24-25
Hay quien reparte, y sin embargo aumenta; y hay quien retiene más de lo requerido, pero tiende a la pobreza. El alma generosa será saciada, y el que abreva también será abrevado.
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