Tradicional prensa de piedra para la extracción de aceite de olivas
Parashá Tetzaveh
Shemot (Éxodo) 27:20 - 30:10
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Demos una mirada a los versos siguientes:
…Mandarás (tetzaveh) a los hijos de Yashar’el, traer aceite puro de Olivo machacado para tener encendida diariamente, la Lampara en el Tabernáculo, es decir la Menoráh.
Los usos del aceite han sido múltiples desde tiempos antiguos. El aceite debía ser extraído a través de la trituración de la aceituna; lo cual debía hacerse de manera cuidadosa, ya que de este proceso dependía la calidad del aceite, el cual sería el combustible para alimentar diariamente las lámparas de la Menoráh en el Tabernáculo.
Recordemos que tanto el Lugar Kadosh (Santo), como el Lugar Kadosh Kadoshiym (Lugar Santísimo) no tenían ventanas que permitieran su iluminación; por tanto era indispensable que hubiese lámparas para que los sacerdotes pudieran realizar sus tareas cuando fuera necesario.
Pero el cuadro completo es una representación de cómo la luz brilla en medio de la oscuridad, lo cual nos permite hacer una aplicación a partir de lo expresado en el Salmo:
Tehilliym (Salmo) 119:105
Tu palabra es una lámpara para mis pies, y una luz para mi camino.
En aquella época, eran los koaniym (sacerdotes) los responsables de encender las lámparas y mantenerlas ardiendo; por supuesto ellos eran los primeros en recibir el beneficio de esa luz, y luego podrían salir para servir o ministrar al resto del pueblo.
Esto viene a ser una figura de cómo la Torah, la palabra de Yahuah, debe iluminar nuestras vidas en primer lugar, para que podamos transmitir y enseñar a quienes nos rodean las instrucciones provistas por nuestro Elohiym. No olvidemos que somos discípulos del Mashíaj quien nos ha hecho reyes y sacerdotes.
Pero esa luz no puede ser ni sustituída, ni alterada y mucho menos contaminada. En otras palabras la luz que emana de nosotros, ha de ser auténtica, pura y brillante; de tal forma que resplandezca continuamente delante de los hombres.
Lamentablemente, para que nuestras vidas brillen, será necesario que pasen a través de procesos de trituración; y esto significa problemas. Habrá tiempos en los que experimentemos algo de dolor, de mucha presión hasta sentir que nos deshacemos literalmente, como sucede con las olivas; no obstante, tales situaciones tienen el propósito de eliminar de nuestra vida las impurezas y todo lo que contamina esa luz o que la estorba, para que pueda finalmente alcanzar a otros.
¿Cómo debe ser nuestra ropa?
En esta porción, después de dar la orden sobre la Menoráh, Yahuah describe detalladamente las características y confección de las prendas que debían vestir los sacerdotes, lo que nos da a entender que lo más importante es la luz de la Toráh llegando a nosotros, lo cual nos permitirá luego realizar un servicio eficiente. Invertir ese orden es un completo fracaso que termina dando lugar a religiones humanas que esclavizan al pueblo de Yahuah.
Los koaniym eran fácilmente distinguibles por la clase de prendas que usaban. Quien más resaltaba era el Cohen Galo (Sumo sacerdote); pero los demás kohanim y los levitas también usaban prendas distintivas. Qué nos enseña esto en el presente?
Es sencillo: Que nuestra manera de vestir, comunica quienes somos. No hablo de portar túnicas o hábitos de monje o de monja, no. Pero sí se trata de ser sobrios en nuestra manera de vestir. Andar queriendo impresionar a otros, ya sea por usar ropa de marca, o diseños de modistos famosos, solo pone de manifiesto que aun estamos contaminados y deseamos ser identificados como parte del mundo. Entonces, ¿dónde queda el llamado a ser kadosh - apartados, santos?
Hoy, se nos ha dado este privilegio, tal y como lo expresa el apóstol Kefa (Pedro) en su primera carta a los esparcidos de Yashar'el:
Kefa Ri’shon (1 Pedro) 2:9
Mas vosotros sois una generación elegida, un sacerdocio real, un pueblo kadosh, gente especial, que habéis de demostrar toda adoración a aquel que os sacó de las tinieblas hacia su luz poderosa.
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