Shemot (Éxodo) 13:17 - 17:16
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La porción de la Torah de esta semana se denomina “Beshalaj”, que podría traducirse como “al dejar salir”.
Cuando Far’oh dejó ir al Pueblo, ellos iniciaron su travesía por el desierto; sin embargo, Yahuah no los condujo por el camino más cercano cruzando la tierra de los pelishtiym (filisteos), pues Elohiym dijo: “No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea la guerra y se regrese a Mitsrayim (Egipto). Así que los condujo camino al desierto del mar rojo.
Esto evidencia que Yahuah conocía el corazón de Yashar’el y que en su misericordia sabía qué desafíos eran capaces de enfrentar y cuales no, en esta nueva etapa hacia su libertad.
Sin duda en este relato de la Torah, se registran los grandes y maravillosos milagros que Yahuah efectuó por su pueblo a la vista de todos ellos; no obstante, el pueblo de Yashar’el seguía siendo esclavo en su mente y corazón, lo cual se hizo notable en cada situación que tuvo que enfrentar, pues el temor que los sobrecogía cuando estaban en alguna necesidad, los llevaba a quejarse y a desear regresar a lo que habían dejado atrás: Mitsrayim (su aparente seguridad); pensando tal como diríamos hoy: “esclavos pero seguros”.
Estas son algunas de las pruebas por las que pasaron los hijos de Yashar’el, y que fueron provistas por Yahuah para saber si habrían de caminar en su Torah o no:
- En el cruce del mar rojo, cuando se vieron acorralados por el ejército de los mitsriym (egipcios), desearon haberse quedado en Mitsrayim y morir allí. A pesar de ello, Yahuah abrió el mar en seco para ellos y ahogó a sus enemigos.
- En las aguas amargas de Marah murmuraron y se quejaron; sin embargo, fueron saciados, pues aquellas aguas fueron endulzadas por medio de un árbol.
- En el desierto de Siyn, cuando el pueblo sintió hambre y tuvo deseo de comer carne, murmuraron contra Moshéh y Aharón, al punto que anhelaron haberse quedado en Mitsrayim. Sin embargo, Yahuah les envió codornices hasta saciarse y les dio pan del cielo: manná.
- En Refiydiym, donde el pueblo acampó, sintieron sed y no había aguas para beber; allí contendieron con Moshéh y querían apedrearlo; no obstante, Yahuah les sacó agua abundante de la roca en Jorev.
Fácilmente podrías preguntarte: ¿Estaban locos o ciegos? ¿A caso no veían todas estas maravillas en medio de ellos? ¿Por qué dudaban de la fidelidad de Yahuah?
Así es el corazón nuestro, no somos mejores que aquella generación en el desierto; como ellos, también hemos emprendido el camino hacia la libertad, un camino lleno de desafíos que pondrán a prueba nuestra fidelidad; si no nos cuidamos de nosotros mismos corremos el riesgo de querer renunciar y volver atrás buscando aquella “seguridad”.
Por eso es importante hacer memoria de lo que escribió el apóstol Pa’al en su primera carta a los Korintiym:
Korintiym (Corintios) 10:6
…estas cosas sucedieron como ejemplos, con el propósito de que no codiciemos cosas perversas, así como ellos codiciaron.
Recuerda que es en el desierto donde Yahuah habla a nuestro corazón, y si lo permitimos, seremos poderosamente transformados. Elohiym es fiel y no nos dejará ser probados más allá de lo que podamos soportar; más con la prueba también nos dará la vía de escape.
Así que adelante, ¡no te detengas!, ¡no vuelvas atrás! Pues tal como nos lo recuerda la Carta a los Hebreos:
Ivriym (Hebreos) 10:39
nosotros no somos de los que se devuelven a la perdición, sino de los que creen para salvación del alma.
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