Shemot (Éxodo) 1:1 - 6:1
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La porción de la Torah de esta semana se denomina “Shemoth”, que en hebreo significa: “nombres”.
El libro del Éxodo inicia con los nombres (shemot), de los hijos de Ya’akov que entraron a Mitsrayim Egipto), que en total fueron 70 personas.
Una vez muerto Yosef (José) y su generación, se levantó en Mitsrayim un nuevo Far’oh (Faraón) que no le había conocido. A su turno, el pueblo de Yashar’el se había multiplicado en extremo, causándole preocupación al rey de Mitsrayim, pues pensaba que en algún momento, ellos podrían unirse a los enemigos de Mitsrayim para luchar en su contra.
Fue así como Far’oh planeó detener el crecimiento de los yasharleiym (israelitas) cuyo número iba en aumento; para ello les puso capataces, personas que los presionaran con duros trabajos hasta convertirlos en esclavos, al punto que, como se nos narra en esta misma porción, les amargaron sus vidas.
¿Te imaginas esta situación? No es muy distante de la realidad que vivimos hoy.
Es frecuente ver como muchos de nosotros hemos sido sometidos a cierta clase de “esclavitud” sin darnos cuenta, pues estamos tan ocupados que no hay tiempo para pensar y reflexionar sobre este asunto.
Te preguntarás ¿esclavitud en pleno siglo XXI? ¡es una locura!
Sí; hoy existe ese peligro que vivieron nuestros padres en Mitsrayim; tal vez sin azotes como en aquella época, o sin recoger paja para hacer ladrillos, pero de tal forma que olvidamos lo esencial y solo producimos, convirtiéndonos en solo un número más para la economía y el comercio.
Claro está que es importante el sustento, el brindar una vida digna a nuestras familias y demás; pero aquello que hacemos día a día, debe tener un propósito más allá que solo sobrevivir un día más; de lo contrario nuestras vidas se tornarán amargas.
Cabe entonces la pregunta: ¿El tipo de trabajo que realizo va en deterioro de mi salud, de mi tiempo con mi familia? o peor aún, ¿de mi búsqueda y relación con Yahuah?
Hemos sido creados por nuestro Elohiym con dones, talentos y con la oportunidad grandiosa de servir a Yahuah en las labores diarias teniendo en mente lo que el apóstol Pa’al (Pablo), dice en su carta a los Kolasiym:
Kolasiym (Colosenses) 3:23
Y cualquier cosa que hagáis, hacedla con vuestra alma, como para Yahuah y no para los hombres.
Así pues; corramos la carrera de la vida de tal forma que obtengamos el premio; y mientras lo hacemos, disfrutemos del recorrido, siempre con los ojos puestos en la meta; sin perder de vista que somos mucho más que un número.
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